Empatía.

 

      René Lavand, fue un ilusionista argentino de fama mundial especializado en cartomagia, siempre sus relatos captaron toda mi atención no solo por su contenido sino por la excelencia en la emotividad que le ponía a las narraciones en cada una de sus presentaciones. Sus relatos y su destreza en la técnica de manejo con las barajas con una sola mano sólo era una pequeña muestra del talento, de la elegancia y de la gran educación que el maestro mostraba al mundo entero.

     Los que experimentamos esos últimos minutos de vida, sabemos que queremos irnos de este plano en los brazos de un ser querido. Escuchar cómo lo narra Lavand es emocionarse una y otra vez. Éste es uno de los más emotivos...

                                                                El valor de la Amistad 

      Un soldado pide permiso a su Capitán para volver al campo de batalla en busca de un amigo. 

      Había terminado la guerra...

      La patrulla en retirada...  Se le niega el permiso.

      Es inútil que vayas, está muerto.

      El soldado desobece la orden y va por su amigo.

      Regresa con él en brazos, muerto.

     - ¡Te lo dije! era inútil que fueras...

     - No mi Capitán, no fue inútil,  cuando llegué aún estaba vivo y solamente dijo:

    - ¡Sabías que ibas a venir! 


Este mensaje lo consideré bello , con las palabras justas para agradecerle a las personas empáticas de este mundo.

           La EMPATIA tiene una chispa indescriptible.

           Dicen por ahí, que la persona que lleva la EMPATÍA en el alma,

           es como esa

          "pequeña luciérnaga"

          que va por el camino

          compartiendo su luz.

          Parece que tuviera el

          poder de entrar

         suavemente en el corazón del otro, 

         repartiendo la grandeza 

         que conduce su

         existencia.

        Anda

       por ahí y por aquí,

       escuchando sin prisas

       mirando con amor,

       y sintiendo

       todo en su propia piel.

       Conoce 

      de ser dulce 

      con quien lo necesita

      e incluso sabe 

      mostrarse fuerte

      en el momento exacto.

      Esas

      pequeñas luciérnagas

      actúan con sutileza

      porque su mayor temor

     es herir a quien

     ya está herido...

    quien lleva

    ese brillo sanador

    en el alma,

    comprende

    y va

    por la vida

    desatando nudos

    ofreciendo su hombro

    secando lágrimas...

    Quién

    va vestido

    de EMPATIA,

    recorre caminos

    escuchando miradas,

    leyendo silencios,

    desinfectando heridas.

    y va empujando

    al que

    ya no puede,

    para que vuelva a comenzar.

    Su fuerza es 

    LA BONDAD

                                                Marcela J. Villalón 

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